
JUVENTUDES URBANAS: CULTURA, IDENTIDAD Y RELIGIOSIDAD EN LA CIUDAD
- Autor: Prefectura de Apostolado
Estimados misioneros, en este año, por medio de breves escritos, compartiré tres temas (ritos y símbolos en juventudes urbanas, devoción a San Judas Tadeo, el acontecimiento Guadalupano) de interés pastoral en nuestra Provincia, basado en estudios propios, deseando que sean compartidos con la feligresía, acorde a sus recursos: digital o impreso.
Definiendo al joven
Diversas teorías sostienen que la juventud es una etapa transitoria de la vida, durante la cual se genera un sinfín de cambios explosivos inevitables en el desarrollo humano. Desde los enfoques biológicos y psicológicos, la juventud estaría definida en la vida de cualquier persona como el periodo (de tiempo), que va desde el logro de la madurez fisiológica hasta alcanzar la madurez social. Sin embargo, no todas las personas de una misma edad recorren este período vital de igual manera, ni logran sus metas al mismo tiempo; por lo que desde la sociología y la ciencia política se ha insistido en la necesidad de incorporar otras variables al análisis del fenómeno juvenil (Ernesto, Rodríguez Ignacio, “El contexto de análisis”: en Actores estratégicos para el desarrollo, políticas de juventud para el siglo XXI, http://cendoc.imjuventud.gob.mx/clr/libros/libros.php?libro=011, 10.01.2008, 37).
Comúnmente se usan a veces de manera indiferenciada los términos adolescente, menor o joven, sin especificar definiciones en cada caso y variando los grupos etarios de referencia. En los programas gubernamentales el criterio más usado desde 1977, en las instancias dedicadas en específico al trabajo con la juventud, es el que delimita al sector juvenil, con base en el grupo de 12 a 29 años; de hecho, se menciona que el grupo de personas en este rango crecerá más (no es solo un grupo de personas de edad cronológica, sino una actitud ante la vida; es cierto que no es una etapa definitiva sino transitiva, con rasgos muy característicos (DP 1167).
Culturas juveniles
La cultura es fundamental en el proceso de construcción de la personalidad.
En la actualidad dentro del mundo juvenil se percibe una personalidad de identidades culturales, es decir pequeñas agrupaciones que buscan una identificación muy propia, culturas que se manifiestan en la sociedad por sus expresiones, simbologías y lenguajes subyacentes, los cuales están en continua renovación. Hablar de culturas juveniles, es referirse a la manera en cómo las experiencias sociales de los jóvenes son expresadas colectivamente mediante la construcción de estilos de vida distintos, localizados colectivamente en tiempos y/o espacios que no son institucionales (José Antonio, Pérez Islas, O.C., 15).
Influencia de la urbe en las culturas juveniles
Urbe es el término que comúnmente se da a las grandes ciudades. Una ciudad será más urbe en la medida en que satisface tres factores: lograr mejores niveles de vida, adquirir mejor educación -superior y especializada-, admirar y disfrutar de su fascinación (Equipo Espacio Pastoral Urbana, La urbe reta a la Iglesia, Ed. Dabar, México 1998, 13).
La urbe ofrece varias perspectivas de vida, así como simbologías mediante las cuales las juventudes van buscando y encontrando identidad, dando como resultado expresiones significativas en su persona y en sus usos y costumbres.
“La cultura urbana es híbrida, dinámica y cambiante, pues amalgama múltiples formas, valores y estilos de vida, y afecta a todas las colectividades. La cultura suburbana es fruto de grandes migraciones de población en su mayoría pobre, que se estableció alrededor de las ciudades en los cinturones de miseria. En estas culturas los problemas de identidad y pertenencia, relación, espacio vital y hogar son cada vez más complejos” (DA 58).
Cultura religiosa juvenil en la urbe
La urbe es un rico espacio de multiculturalidad, en la cual las juventudes tienden a tener rostros diversos, mediante los que ellas hablan, manifiestan sus anhelos y buscan identificarse en agrupaciones.
Al hablar de culturas religiosas, queremos referirnos a aquellos elementos que configuran la relación del joven con Dios, sea por costumbres familiares, sea por experiencias de Dios propias que han marcado en la persona a lo largo de su historia. Es necesario pues también reconocer, que, así como en general se habla no de cultura sino de culturas juveniles, al mismo tiempo hay que hablar no de cultura juvenil religiosa, sino de culturas religiosas, puesto que cada persona tiene una experiencia distinta que le marca la vida y que en cierta manera le codifica para relacionarse con Dios.